Un paso de la niñez a la madurez, es lo que a veces me refleja la voz de Björk, que igual te susurra dulcemente como una niña que demuestra una potencia asombrosa con voz de mujer.
El caso que el disco es sincero, pero mucho, y la chica no se anda con chiquitas, te dice lo mucho que le gusta el amor y lo increíble que es la belleza, olvidándose de lo malo que hay en la vida y ofreciéndonos la mano hacía el saber sonreír.
Pero también hay cabida para la tristeza, aunque esté camuflada con bellas melodías, pero eso sí, con una sinceridad siempre tan tremenda que estremece, y te obliga a prestar atención a lo cristalino del alma de Björk, al desgarre de sus arrebatos, a altísimos tonos de fuerza que golpean el pecho y al susurro de aquella que quiere que sonrías aunque sea con lagrimas en los ojos.
Muy buen disco, si señor, para dejarse llevar y apreciar de lo mejor que hay en voz y melodías evocadoras
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