Muy pocos podían presagiar que parte de los sonidos más innovadores y psicodélicos de 1966 iban a ser creación de una banda de blues eléctrico, y todavía es más sorprendente que en los 10 meses que pasaron desde su debut el grupo expandiera su música de forma tan radical.
Pese a ello esa marca registrada que es el blues de Chicago todavía está presente en buena parte del álbum, destacando sobre todo la furiosa toma de “Two Trains Running” y el slow blues “I Got A Mind To Give Up Living”, una magnífica muestra de cómo se debe hacer blues, con un cautivante solo y un Paul Butterfield entregando una de sus mejores interpretaciones.
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