Cualquier otro hubiese salido corriendo o inventado alguna excusa para no tomar el puesto que anteriormente habían ocupado Eric Clapton y Peter Green en los Bluesbreakers de Mayall, pero un desconocido Mick Taylor (con apenas 18 años en su debut discográfico) aceptó el desafío y el resultado fue asombroso, transformándose en otro de los grandes aciertos de Mayall, ese tremendo descubridor de talentos y que siempre les dio a sus músicos mucha libertad para mostrarse.
Es casi una costumbre terminar hablando más de los guitarristas que del grupo en general en los álbumes de Mayall en esta época y en particular aquí, ya que aparte del brillante Taylor el resto cumple sin brillar y no hay nada particularmente notable en las canciones. En cuanto a sección de bronces, esta vez parte integral del sonido del grupo, no diría que están de más pero nunca me ha convencido completamente cuando se trata de blues.
No es lo mejor que grabó Mayall, pero todo entusiasta de la guitarra blues se deleitará con Taylor y sus solos en la instrumental “Snowy Wood”, “Driving Sideways” y “I Can’t Quit You Baby”, esta última superior a la versión que hizo Page con Zeppelin, en las tres mejores intervenciones de un músico que alcanzaría la fama con los Stones pero que nunca pudo desplegar todo su talento como lo hizo acá.
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