Con Bad Company no cabe más definición que la de banda de rock. Añadir además que eran británicos y que sus componentes se llamaban Paul Rodgers (cantante), Mick Ralphs (guitarra), Simon Kirke (batería) y Bozz Burrell (bajo). Los antecedentes de todos ellos eran de auténtico lujo, por lo que es difícil resistirse a la tentación de considerarlos una superbanda. Paul y Simon habían tocado en Free, otra banda de rock fuerte. Ralphs era guitarrista de Mott the Hopple. Y Burrell, el bajista, había tocado en King Crimson. Con este historial se comprende que su inicio fuera explosivo y que este disco, el primero de su carrera, llegara al número uno en Estados Unidos y al número tres en Inglaterra. Tenían todas las bazas para competir con las más grandes bandas de rock del momento, incluidos los ya míticos Led Zeppelin. Sus cinco primeros álbumes, editados entre 1974 y 1979, superaron los 11 millones de copias en el mercado norte americano. Ofrecieron una sabia combinación de buenas canciones y tratamiento duro y contundente, que en este primer elepé se concretó en canciones como Can't get Enough o Movin' on, que triunfaron como singles. En 1982, coincidiendo con la publicación de su sexto álbum, Paul Rodgers dejó el grupo para formar parte de The Firm. A partir de ese momento disminuyeron las ventas y abundaron los cambios, aunque el grupo ha sabido mantenerse en buena forma hasta los años noventa. Holy Water, su álbum de 1990, estuvo más de 70 semanas en las listas norteamericanas.
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