En 2018, después de un divorcio con moretones, la cantante británica Sarah Brown estaba "rota, financiera, emocional y espiritualmente, no tenía nada por lo que vivir". En su reflujo más bajo, se volvió hacia una voz que le había dado una guía y socorro cruciales cuando era niña: Mahalia Jackson, la estrella evangélica preeminente del siglo XX.
"La música pop estaba prohibida en mi casa mientras crecía", dice Brown. "Pero mi padre poseía discos de Jim Reeves, Aretha Franklin y Mahalia Jackson. Y la voz de Mahalia abrió mi espíritu. Crecí en un hogar volátil: mi padre golpeó a mi madre, golpeó a mi hermano mayor. Tenía siete años, vivía con miedo". Pero en la voz volcánica, resonante y apasionada de Jackson, Brown encontró refugio y catarsis muy necesarios. "Pude gritar junto con ella y liberar ese miedo. Mahalia me ayudó a liberarme".
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