“Don es el peor artista del mundo”. Todos le habrían pagado para sacarlo del escenario. El cumplido es de Wilson Pickett y, con el debido respeto, lo entendió todo mal. Así que déjalo escuchar "Precious You" y esa voz quebrada susurrando palabras de amor. Déjese llevar por “El lugar de siempre”, donde Covay encarna de lleno una balada donde la falta nunca se expresa con claridad sino que resuena por doquier. Sin ofender a Pickett, Don Covay es un cantante sólido, pero es sobre todo como autor que se destaca al comienzo de su carrera. Gravitando alrededor del Brill Building en Nueva York, aprendió el oficio de los expertos del sector: Otis Blackwell, Jesse Stone y Jerry Wexler en particular, quienes le permitieron componer algunos éxitos para Solomon Burke durante su etapa en Atlantic. Fue en este sello donde publicó See-Saw, y el título "Mercy, Mercy" en 1964, y popularizó un soul donde la guitarra es omnipresente, influyendo así en artistas como Peter Wolf o Mick Jagger. Esta canción, en la que un joven desconocido llamado Jimi Hendrix toca su guitarra, es un puente entre el country soul “y el rock de las siguientes décadas. Una conexión lógica teniendo en cuenta que Don Covay se curtió con Little Richard, cuyas influencias se pueden sentir en "See-Saw". Escrito por Steve Cropper y grabado en Stax, el título se distingue por su estribillo embriagador y su percusión metálica, como una sierra cavando un surco entre los metales. Sensación prolongada en "Sookie Sookie", compuesta por el mismo Cropper donde las palabras de Covay suenan como un bajo y todo parece caer hacia un suelo pisado por bailarines en trance. "Iron Out The Rough Spots", también escrita en Stax con Booker T. Jones y David Porter, sacude el otro lado de la fiesta, con sus ritmos de bossa nova y trompas perezosas, antes de que "I Never Get Enough Of Your Love" no lo haga. se inclina hacia el gospel, siendo aquí más discreta la guitarra. Poco después, Don Covay será uno de los impulsores del Soul Clan, un supergrupo de soulmen que reúne en torno a él a Burke, Pickett, Joe Tex y Otis Redding, que no irá más allá de una sola canción y unos cuantos conciertos. Un fracaso relativo para aquellos que, como si el alma tuviera nada más que ofrecerle, se vuelve al blues en su siguiente álbum, The House Of Blue Lights. Un regreso a los orígenes para el hombre que compartiría con gusto el título de “Rey del rock’n’soul” con Solomon Burke.
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