Malinterpretados, incomprendidos, deportados por alguna gente más miope que Rompetechos al mismo departamento "pretecnológico" de gente insignificante en comparación a ellos (Jean-Michel Jarre, MIke Oldfield, Vangelis y por ahí...) Ha llegado la hora de hacer justicia a los inmensos Kraftwerk, de asumir que, en efecto y para bien, su influencia soterrada fertiliza desde las producciones de Giorgio Moroder hasta las de James Murphy (y, en medio, las de centenares de músicos e ingenieros de sonido más o menos ilustres).
Como manifiestan más que nunca en este festivo "grandes éxitos" en vivo que es "Minimum-Maximum", Kraftwerk fueron y son, por encima de todo, una sublime banda pop. Si quieren, tecnopop. Eso mucho más que ilustradores recurrentes para las fantasías de lectores de revistas sobre ovnis, cazadores de sicofonías o freaks de la ciencia ficción. Que alguien pruebe a despojar, por ejemplo, esa delicia llamada "Das Model" de su divertidísimo envoltorio futurista, y a ver si la melodía no resiste la prueba del algodón de una interpretación a palo seco con guitarra acústica. ¡Pop!
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