Impresionante. Cine en estado puro.
Han hecho falta muchos años para que el cine nos brindara algo así. Mucho tiempo para que el talento y la genialidad de un director como Ang Lee eligiera un tema como la homosexualidad, aún incómodo para un sector del público (que hasta se manifiesta en favor de la familia), y nos ofreciera una de las cimas artísticas del cine universal reciente, una de las mejores películas jamás realizadas y una obra maestra que ya ha entrado a formar parte, con derecho propio, del Olimpo del Séptimo Arte.
Lee construye una historia impecable de pasiones contenidas, de vidas desperdiciadas, de sentimientos enterrados en el alma que luchan por escapar y fluir para alcanzar su plenitud. Una película de miradas fugaces, de matices, de gestos difusos que simbolizan mucho más de lo que son y que se desgranan, como signos difusos, a lo largo del devenir de los años y a través del abrupto camino de la infelicidad. Porque las vidas se acaban, y las oportunidades se van y no vuelven jamás. Y el amor sólo llega a veces, y no hay que dejarlo ir, aunque haya que luchar contra corriente y ser sincero con lo que sientes.
El abrumador trabajo de los actores (y actrices) deslumbra por su pureza, por su desgarrada naturalidad, por su profundo realismo y dotan a la historia de una sensibilidad encomiable
Banda Sonora Espectacular!!
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