sábado, 2 de septiembre de 2023

AYER VÍ 46

Spielberg se nos hace mayor. Ya no quiere filmar choques de trenes. Tampoco escenas de acción. No tiene que aprender el oficio rodando películas caseras en casa. No quiere volver a las montañas del Himalaya. O a las playas de Normandía. Eso ya lo ha hecho. 


Ahora, con los 70 años cumplidos hace tiempo, Spielberg nos cuenta su vida mientras hace calceta y bebe té calentito. Tiene todo el derecho del mundo. También se ha ganado el derecho a reflexionar sobre el cine y las propiedades mágicas de la cámara. Sobre sus efectos (la lista en “The Fabelmans” es larga) en nuestra mirada. Sobre el arte y John Ford.


En estas memorias con el mismo tono de fábula de siempre, Spielberg aprovecha para hacer un homenaje a sus padres. De hecho, la película es, más que una autobiografía, un canto de amor a los creadores que se han ido. Una oración fúnebre.


Spielberg tiene todo el derecho del mundo a hacerse mayor. Y nosotros a recordar con nostalgia aquellas películas de juventud, en las que la aventura y la emoción no dejaban tiempo para mirar el reloj. 

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