Una foto descolorida, tomada accidentalmente y desenfocada, que muestra a un bajista negro oscurecido destrozando su Fender Precision contra el suelo durante una frustrante gira por Estados Unidos. De ahí salió una de las portadas más icónicas de la historia del punk: la de London Calling, el histórico disco de los Clash.
Pennie Smith, la fotógrafa que tomó esa foto, se encontró dando decenas de entrevistas y contando la historia de esa toma, pero, como siempre ha reiterado, ella ni siquiera quería tomar esa foto "el dedo se fue solo" y salió una toma que, si fuera por ella, habría sido incluso descartada. En cambio, Joe Strummer insistió, discutió y finalmente convenció a todos, incluso a Pennie Smith, porque esa foto representaba muy bien el espíritu de la banda y su ira.
Las portadas de los discos punk no se planifican en una reunión de empresa, toman forma siguiendo el instinto y así fue aquella vez también, pero con el pequeño detalle de que aquella foto, entonces, hizo la historia del punk, y más en general de toda una generación que estuvo marcada por el activismo político, el deseo de libertad y el cambio. Para eso están los símbolos, para encarnar en una sola imagen a miles de personas y sus pasiones, sus sentimientos.
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