Ácido, pastillas o maría. Elija. La lija. Un disco denso como uno de esos pasteles que acostumbran los norteamericanos. O sencillamente, uno de sus desayunos. El paso adelante del funk hacia terrenos más blancos, recogiéndose en el espiritu Hendrix y en el del godfather Brown. Como siempre que se trate de color, buen ritmo, buenas voces. Un disco que mantiene las expectativas después de todos estos años de decoloración. Capaces de lo mejor y de lo peor cuando se ponen trascendentales.
Este es un gran álbum. Un rock psicodélico de soul funk que se infiltrará en tu corteza cerebral y reorganizará tu composición electromagnética, en el buen sentido de la palabra. La sección rítmica es exosférica y el trabajo de guitarra de Eddie Hazel es fascinante. George Clinton tuvo una visión, y la visión fue una marca revolucionaria de estimulación auditiva que domina la mente y que continúa emocionando y asombrando.
Madre Mia que me he fumado?
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