Albert Einstein dijo una vez que "sólo había dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana". A esta lista se suma un tercer elemento, cuyos subconjuntos es imposible memorizar de principio a fin y que mueve masas, no solo de dinero y reconocimiento, sino también de estados anímicos y emocionales. De entre los miles de millones de discos publicados en la Historia de la Música es muy difícil seleccionar unos cuantos afortunados, pero hay ocasiones en las que surgen cantantes y canciones que cambian la vida de una persona; o al menos sus perspectivas emocionales y sentimentales de esa fantástica burbuja que rodea a un maravilloso mundo que es la música.
Con estas líneas iniciales, sobra decir que "Songbird" de Eva Cassidy es uno de esos álbumes que han hecho historia en mi cabeza. Cómo descubrí a tan increíble solista es hoy pura incógnita, pero es tan arrolladora la fuerza musical de Eva Cassidy que uno no puede menos que dejarse trasladar por el fraseo limpio y la voz tan personal de Eva a un mundo tan maravilloso (del "Wonderful World" hablaré en su respectiva crítica).
Ya desde el inicio del disco nos encontramos con el que es, sin duda alguna, el álbum más personal e interesante de Eva Cassidy, un recopilatorio publicado poco después de la inesperada muerte de la cantante como causa del cáncer. El talento suele identificarse siempre con la composición propia, y es muy cierto, pero una buena versión también es fundamental a la hora de reconocer el talento. Con tan solo un par de temas originales, publicados en su disco "Somewhere", la carrera de Eva Cassidy se dedicó íntegramente a las versiones de temas muy intimistas y que se adecuaban perfectamente a su timbre y su personalidad musicalmente enigmática. El que podría ser considerado su "single" de "Songbird" (que no lo es) es quizá el tema más sobrevalorado del disco ("Over the rainbow"), pese a que es una inolvidable versión, a fin de cuentas. Aquellos que esperen reconstrucciones idénticas de temas rock, folk y jazz que se alejen lo más posible de este álbum, ya que las diez canciones de "Songbird" son versiones muy personales. Diría que incluso prefiero la versión de Cassidy en "Fields of gold" que la del propio Sting (el plato fuerte del disco), y sus interpretaciones en "Autumn leaves", "Songbird" y "Wayfaring stranger" son más que sobresalientes.
El disco son cuarenta minutos de pura delicia auditiva, un paseo impecable por el folk y el jazz más personal de la mano de una de las divas con carrera póstuma más importante, Eva Cassidy.
Sencillamente, impresionante.
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