Vayamos al tajo. Seguramente este es uno de los álbumes con más canciones que he podido escuchar en mucho tiempo, hecho que me trajo a la mente los fastidiosos juegos de mesa que se constituían en ordenar pequeñas piezas o adoquines de cualquier material para formar algo o mantener en pie cualquier cosa.
Muchas canciones, casi todas (todas) desconocidas entre las cuales uno puede perder la orientación.
Al final, pues… que jodido discazo. Creo que ahora ya le tengo estima a McCartney y dejare de pensar que siempre fue una especie de hermano menor de Lennon, artísticamente hablando.
El álbum es en sí un recorrido escrupuloso por toda la discografía de Wings, que no es poca cosa en número de canciones al que también se añadieron alguno que otro tema de los Beatles.
El directo transcurre perfectamente, es entretenido, con mucho ritmo; canción a canción mi gusto se fue acrecentando. Hay temas directos y duros que enganchan rápidamente
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