La música sureña ejerce un influjo como el de la nicotina o la cerveza. Puedes intentar alejarte en tren, río abajo o en terapia de grupo. Siempre querrás volver, como vuelves al cigarrillo a escondidas, al mordisco de chocolate negro o a las rebajas. Como vuelven compulsivamente a consultar el 'Whatsapp'.
Como uno vuelve a las pastillas de dormir, al culebrón o al ibuprofeno. No preguntes por qué, pero así son las adicciones que nos corroen. Se te suben de abajo a arriba, como las innobles pasiones. Por ahí trepan los ritmos sureños.
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