“Sin novedad en el frente” de Edward Berger reclama un clásico largamente esquivo en la cinematografía germana.
Esta adaptación de Netflix llega más de 90 años después de que la novela de 1929 de Erich Maria Remarque impactara en una Alemania nacionalista al describir con detalle la brutalidad de enviar a jóvenes para que fueran masacrados en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, por lo que fue vetada.
La adaptación, que se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Toronto, se sumerge de lleno en esos horrores, y se atreve a añadir un contexto político que hoy tiene un reflejo inevitable en el paisaje europeo, y la forma de entrar en él es mirar desde la perspectiva contraria a la que nos muestra habitualmente el cine, es decir, mostrarnos el lado de los soldados que luchaban en el bando equivocado, los que acabarían siendo los perdedores, a modo de reverso tenebroso y (aún más) trágico de ‘1917’ (2019).
Tres notas persistentes y muy insistentes conforman lo fundamental en esta banda sonora, primero más a semejanza de efectos sonoros y, en un giro relacionado con el argumento y con un suceso del protagonista, en un modo claramente musical, con instrumento de cuerda. Con la primera, el compositor lanza suciedad, barro, sobre los escenarios y personajes: son tres notas inamovibles, hostiles, estancadas; en contraste, con la segunda esa suciedad y barro se transforma en emoción humana, desoladora, devastadadora: las tres notas evolucionan, se mueven. La idea, en sí buenísima, se pierde porque en su cambio esas tres notas no conducen a nada realmente relevante en lo dramatúgico ni tampoco en lo musical. En todo lo demás, son retazos de distintas músicas, caóticas, diversas y dispersas, que resuelven sus escenas más estética que dramáticamente.
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