1969 fue un año complicado para Pink Floyd, con una banda sonora dispareja como More y la fallida experimentación de Ummagumma, pero el cambio de década trajo nuevos aires a un grupo en el que Roger Waters todavía no ejercía ese dominio aplastante. Con Atom los Floyd continúan buscando nuevas fórmulas, lo que queda reflejado en la ambiciosa “Atom”, instrumental de 23 minutos que pese a toda la grandilocuencia que le aportan los coros y la orquesta es una fascinante experiencia progresiva y una de las pocas en ese estilo que no tiene pasajes realmente tediosos. No ocurre lo mismo en “Alan”, un fragmentado tema que sólo hacia el final logra despegar con un sólido pasaje instrumental.
Pero Atom no es sólo experimentación y complejas aventuras épicas, y es que desde los días de Barrett que el grupo no lograba una consistencia melódica como en las 3 canciones “breves” del álbum.
En 52 minutos Pink Floyd recuperó el tiempo perdido y produjo su mejor álbum desde los lejanos días de Piper, aunque tristemente nunca más volverían a hacer algo a este nivel.
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